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Semillas de Paz y Bien

Cuaresma: Senda de Sincera Conversión Cristiana

Hermanos: ¡Paz y Bien!

 

Como todos sabemos, el Miércoles de Ceniza iniciamos un itinerario singular como creyentes: nuestra senda hacia la Pascua de Resurrección del Señor Jesús. En este año 2024 comenzaremos esta senda el día 14 de febrero.

Aunque pudiese parecer repetitivo, me parece oportuno recordar que la Cuaresma solo tiene sentido cristiano si es una preparación para celebrar la Pascua de Resurrección de Cristo con todas las consecuencias, por tanto, como verdaderos seguidores del Señor, miembros de nuestra querida y entrañable Hermandad. Esto implica no separar los tres “momentos” del Misterio Pascual de Jesucristo: Pasión, Muerte y Resurrección, que (por este orden) forman un “todo”, el cual adquiere su pleno sentido desde la Resurrección, la Victoria escatológica (es decir, definitiva) del Señor Jesús sobre todo lo malo, incluso sobre la muerte. Así pues, hemos de recordar que la Resurrección de Jesucristo es lo que da sentido, verdadero y profundo, a todo.

En los primeros tiempos de la Iglesia se usaban unos evangelios muy significativos en el itinerario bautismal, es decir, en la catequesis que se Cuaresma: Senda de Sincera Conversión CristianaSemillas de Paz y Bienimpartía a los catecúmenos (a los que iban a recibir el Sacramento del Bautismo y, por tanto, iban a incorporarse a la Iglesia). Uno de ellos es el pasaje del Evangelio en el que Jesús cura a un ciego de nacimiento (cf. Evangelio según San Juan 9, 1.6-9.13-17.34-38); (perdonad una pequeña aclaración: “cf.” es una abreviatura, que viene del latín, y significa “confróntese”, o sea que lo que estamos diciendo se puede confrontar, es decir, comprobar en el pasaje bíblico que se pone).

Así, la Sagrada Escritura nos presenta la contraposición entre “luz” y “tinieblas”; por ello, la afirmación de Jesús en elevangelio (“Yo soy la Luz del mundo”: cf. Evangelio según San Juan 8, 12) va a centrar nuestra reflexión. Acojamos, por tanto, una vez más la Palabra del Señor para que cale en nuestro corazón y oriente nuestra vida:

-Hemos de comenzar por reconocer nuestra “ceguera”, pues todos somos pecadores; esta es la realidad y de ella tenemos que partir (siempre con intención de mejorarla con la ayuda del Señor Jesús, Stmo. Cristo de la Salvación, y de la mano de nuestra Madre, Ntra. Sra. de la Soledad).

-Esto supone abrir nuestro corazón, toda nuestra vida, a Cristo Luz para:

*Dejarnos iluminar por Él a través de todo lo que supone la vida cristiana y, por tanto, de Hermandad:

**la oración diaria, imprescindible, el tiempo que podamos, pues si uno realmente quiere a alguien aprovecha el más mínimo espacio de tiempo para demostrarle su cariño;

**la vida sacramental: participando, sobre todo los domingos, en la Eucaristía (sin olvidar la participación en la Misa de Hermandad los viernes); pidiendo sinceramente perdón a Dios cada día, con un corazón arrepentido y sincero, y celebrando el Sacramento de la Reconciliación (la Confesión) con regularidad para recibir el perdón y la Gracia del Señor, a fin de poder vivir como buenos cristianos;

**la vida de caridad, buscando como siempre el bien de los demás antes que el nuestro propio, según las circunstancias propias de cada uno.

*Una vez que hemos dejado a Cristo Luz que nos ilumine, tenemos que permitir que Él ilumine a los otros a través de nuestras buenas obras y nuestras buenas palabras, es decir, a través de nuestro buen ejemplo, para lo cual habremos de procurar que el “cristal” de nuestro corazón esté limpio de egoísmo (que es la raíz denuestro pecado), de acuerdo con el ejemplo que nos pone San Francisco de Asís (quien también nos dice que “el mejor predicador es, precisamente, Fray Ejemplo”).


-De esta forma, produciremos las obras de la “luz”: “bondad, justicia y verdad (…) buscando lo que agrada al Señor” (cf. Carta de San Pablo a los Efesios 5, 8-14).

-Y todo esto habremos de hacerlo sin quedarnos en las apariencias, sino “mirando al corazón” como hace el Señor (cf. Primer Libro de Samuel 16, 1b.6-7.10-13a).

Para todo lo anterior, esto es, para vivir la Cuaresma como el Señor nos pide, tenemos que vivirla como una senda de sincera conversión cristiana:

**recordemos que la conversión cristiana es ser mejores, cada día, con la ayuda del Señor, Stmo. Cristo de la Salvación, contando con la ayuda maternal de Ntra. Sra. de la Soledad;

**sin olvidar que la conversión para ser verdadera (y no algo meramente superficial, sin apenas incidencia en nuestra vida) tiene que ser:

a) sincera, aun contando con nuestra inclinación al pecado; y

b) constante, confiando más en la infinita Misericordia de Dios que en nuestras propias fuerzas.

Hermanos, confiemos plenamente en el Señor, nuestro Buen Pastor (cf. Salmo 22), abramos nuevamente nuestro corazón al Stmo. Cristo de la Salvación, dejémonos llenar del Espíritu Santo, y de la mano de nuestra Madre, Ntra. Sra. de la Soledad, y con la ayuda fraterna de San Francisco de Asís, sembremos la Paz y el Bien, todos los días, con ilusión y entrega.

Un fuerte abrazo fraterno.

¡Que el Señor os bendiga a todos!

 

Fr. Luis Vicente García Chaves, O.F.M.

Director Espiritual

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Real, Ilustre y Franciscana Hermandad y Cofradía de Nazarenos de la Santa Cruz en el Monte Calvario, Santísimo Cristo de la Salvación y Nuestra Señora de la Soledad.

 

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